sábado, 1 de julio de 2017

EL CAMINO A LA EXCELENCIA

El día que Maldowich Ferguson, el mejor jugador letón de la Historia de su país, ganó el campeonato del mundo haciendo pareja con Salinger, pronunció una frase mítica:

"Estoy triste. Nunca volveré a acercarme siquiera al nivel que he exhibido hoy"

Lo cierto es que, una vez cumplido un objetivo que estaba muy por encima de sus expectativas, sin duda en buena parte porque el partido se jugó al aire libre bajo una intensa granizada y en medio de vientos de 160 kms. por hora, Maldowich no volvió a encontrar motivación suficiente para entrena duramente cual requería su posición en el ranking. Para colmo de males, su esposa lo dejó para irse con el pedicuro.
Decía Einsten que son precisas diez mil horas de práctica antes de alcanzar la excelencia en el desarrollo de cualquier disciplina. Aplicado al pádel y suponiendo una práctica media de diez horas semanales, se necesitarían veinte años para lograr ese grado mágico. Y ello suponiendo que cada vez que se entrase en la cancha fuera con una mentalidad perfeccionista, de total dedicación y con la tutoría de maestros cual ocurre con las clases de piano para un alumno del Conservatorio.
Pero hete aquí que la mayoría de los jugadores aficionados entran en la pista en la modalidad "pachanga", en la que prevalece la diversión por la diversión de una manera tan palmaria que otros vectores son prácticamente obviados, solapados: aprendizaje, desarrollo de aspectos técnicos y tácticos, nivel de auto exigencia, definición de objetivos, mecánica, innovación, creatividad, superación de errores, etc., etc., etc. El tercer tiempo cobra tanta o mayor importancia que el partido, hasta el punto de que, en algunos ámbitos, el pádel engorda y mucho. Conozco un club en el que no se juega si no hay luego pinchos y cervezas a esgallo. Ninguno de sus miembros baja de los 100 quilos, porque ya tienen de mano puliera, con su queso con marmelo y viandas varias. Más de un contrario, en este microcosmos, llegó a pensar que para pertenecer a ese club era condición sine qua non tener un índice de masa corporal desatado. Por tanto, el objetivo de alcanzar la excelencia es visto tan a largo plazo para la mayoría de los jugadores que pasa a un segundo plano, sustituido por esa otra filosofía tan nuestra de desarrollar otros recursos nada ortodoxos, pero eficaces en el corto plazo y en el submundo en el que nos movemos cuando aceptamos la medianía como una fórmula más adecuada a nuestra posición en el mundo,
A modo de enumeración incompleta, cito algunos de esos recursos:

-golpes ratoniles, de técnica particular, personalizada, ajena a todos los cánones, que obedecen a la necesidad de aplicar un daño sorpresivo al contrario, inesperado, antiestético pero a veces eficaz.
-embarrar el ambiente psicológicamente, rompiendo el silencio respetuoso con el contrario y elaborando juicios de valor, exabruptos, comunicación de emociones, aviso de problemas físicos inventados, pausas extemporáneas, saludos a conocidos entre el público, observaciones sobre el juego del oponente, etc.
-Discusión sobre bolas cantadas como malas por el oponente.
-Tardanza en efectuar el saque, invasión del campo contrario, adelantarse a la línea de saque. etc.
–Bolas lanzadas contra el cuerpo del contrario desde distancias cortas, con vehemencia, violencia, como si se tratara de un ajuste de cuentas o de compensar lo que se pierde por la vía del desarrollo normal del partido.
-Insistir en seguir haciendo mal lo que se sabe hacer mal, para luego lamentarse de ello.
-Consolidar el trazado erróneo del cerebro: la mala ejecución, los pensamientos negativos, la entrega a la derrota como una filosofía de la vida.

El mejor golpe está siempre por llegar. El caso es asumir el camino antes que la meta.



                                                              ©imagen: listas20minutos.com


© entrada: Santi Casal. 2017




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