En los niveles de aficionado en cuya escala de valores el pádel cumple una función distractiva pareciera que los partidos están exentos de la ansiedad que produce la exigencia máxima. Sin embargo hasta en las pachangas de urbanización el personal acaba poniéndose retos, no sólo por el mismo sino también por no defraudar a su pareja o a la peña. En todo caso y después de una larga trayectoria competitiva en deportes de equipo e individuales se me antoja que la primera gran carga de trabajo para facilitar la focalización está en la sistematización de los gestos técnicos: no tener que pensar como hacer las cosas la mayoría del tiempo, y dejar para los cambios de ritmo, las decisiones creativas, los golpes de mando ese margen de pensamiento anticipado. Y diré más: aún en esos casos en que parece que nuestro jugador/a admirado tiene ángel, goza de esa inspiración divina en forma de relámpago pudiera ser que las mismas decisiones divergentes que hacen de ese jugador algo singular también están sistematizadas, superentrenadas. Sin caer en el pesimismo a que puede conducir la confirmación del determinismo fruto del sobreentrenamiento, lo cierto es que estamos ante un deporte muy rápido, de decisiones que vienen dadas casi siempre de antemano y que sólo cuando hay una gran superioridad sobre el rival permite alegrías sistemáticas y dispensas estratégicas: o sea, experimentos con gaseosa.
lunes, 17 de junio de 2013
FOCALIZACIÓN versus EXPERIMENTOS CON GASEOSA
Desfilan por la red iles de páginas donde se describen técnica y consejos para mejorar la capacidad de concentrarse en el presente. En las escuelas de pádel se ponen en práctica modelos matemáticos y rejillas numéricas que los alumnos deben cubrir cada vez en menos tiempo para mejorar la concentración.
En los niveles de aficionado en cuya escala de valores el pádel cumple una función distractiva pareciera que los partidos están exentos de la ansiedad que produce la exigencia máxima. Sin embargo hasta en las pachangas de urbanización el personal acaba poniéndose retos, no sólo por el mismo sino también por no defraudar a su pareja o a la peña. En todo caso y después de una larga trayectoria competitiva en deportes de equipo e individuales se me antoja que la primera gran carga de trabajo para facilitar la focalización está en la sistematización de los gestos técnicos: no tener que pensar como hacer las cosas la mayoría del tiempo, y dejar para los cambios de ritmo, las decisiones creativas, los golpes de mando ese margen de pensamiento anticipado. Y diré más: aún en esos casos en que parece que nuestro jugador/a admirado tiene ángel, goza de esa inspiración divina en forma de relámpago pudiera ser que las mismas decisiones divergentes que hacen de ese jugador algo singular también están sistematizadas, superentrenadas. Sin caer en el pesimismo a que puede conducir la confirmación del determinismo fruto del sobreentrenamiento, lo cierto es que estamos ante un deporte muy rápido, de decisiones que vienen dadas casi siempre de antemano y que sólo cuando hay una gran superioridad sobre el rival permite alegrías sistemáticas y dispensas estratégicas: o sea, experimentos con gaseosa.
En los niveles de aficionado en cuya escala de valores el pádel cumple una función distractiva pareciera que los partidos están exentos de la ansiedad que produce la exigencia máxima. Sin embargo hasta en las pachangas de urbanización el personal acaba poniéndose retos, no sólo por el mismo sino también por no defraudar a su pareja o a la peña. En todo caso y después de una larga trayectoria competitiva en deportes de equipo e individuales se me antoja que la primera gran carga de trabajo para facilitar la focalización está en la sistematización de los gestos técnicos: no tener que pensar como hacer las cosas la mayoría del tiempo, y dejar para los cambios de ritmo, las decisiones creativas, los golpes de mando ese margen de pensamiento anticipado. Y diré más: aún en esos casos en que parece que nuestro jugador/a admirado tiene ángel, goza de esa inspiración divina en forma de relámpago pudiera ser que las mismas decisiones divergentes que hacen de ese jugador algo singular también están sistematizadas, superentrenadas. Sin caer en el pesimismo a que puede conducir la confirmación del determinismo fruto del sobreentrenamiento, lo cierto es que estamos ante un deporte muy rápido, de decisiones que vienen dadas casi siempre de antemano y que sólo cuando hay una gran superioridad sobre el rival permite alegrías sistemáticas y dispensas estratégicas: o sea, experimentos con gaseosa.
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